Obtenido de "La confesión frecuente" de Benedikt Baur
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Padre. Mi relación fundamental con Dios Padre.
¿Es en realidad Dios para mí el Padre a quien doy muestras de respeto, gratitud y obediencia, a quien otorgo mi fe y confianza, y a quien me someto en el dolor con toda paciencia?
¿Soy yo para Él en realidad hijo?
¿Ha llegado a ser Él para mí un extraño a causa de la indiferencia, disgusto y fastidio que yo he sentido?
¿Vivo yo con la conciencia de que el Padre, el Dios Trino, vive personalmente en el fondo de mi conciencia, para dirigirla, protegerla y colmarla con su fuerza y con su vida?
La gloria de Dios, la adoración y el honor de Dios, ¿me interesan sobre todas las cosas?
¿Me esfuerzo en algo por el honor de Dios?
¿Es mi primero y más importante empeño conocer a Dios y amarle, y para ese fin me santifico y busco la perfección cristiana?
¿Qué son para mí los votos de la orden, las reglas y las prescripciones del claustro?
¿Qué son para mí la vida interior, la aspiración a la virtud?
¿Qué es para mí Cristo, el Salvador, mi hermano y amigo?
¿Qué son para mí sus palabras y obras?
¿Qué es para mí el Santísimo Sacramento de la Eucaristía?
¿Qué es su Iglesia?
¿Doy la cara por el honor de Cristo, su Iglesia y sus santos?
Oración. ¿Me procuro tiempo para estar una hora en intimidad con mi Padre?
¿Es mi oración humilde, confiada, perseverante, digna del Padre?
¿No estoy consciente y voluntariamente distraído?
¿Qué valor tienen para mí la meditación, el examen de conciencia y la lectura espiritual?
Trabajo. Es trabajo para mí el trabajo en servicio del Padre?
¿Cumplo cada trabajo que se me impone?
¿Con puntualidad, con sentido de la responsabilidad, con alegría?
Nuestro. Mi relación fundamental con el prójimo.
¿Respeto al prójimo?
¿Respeto su vida, su libertad, su manera de ser, su inocencia, su honor, su buen nombre?
¿Deber de justicia y amor para con todo necesitado, con prontitud, benevolencia, cordialidad?
¿Escándalo? (pecados ajenos)
¿Mi relación con los más allegados, en la familia, en la comunidad claustral? ¿Amor, fidelidad?
¿Amor a la Iglesia, al pueblo, a la patria?
¿Me esfuerzo por ser más desinteresado? ¿Servicial?
¿Soporto a mis hermanos y hermanas tales como son?
¿También cuando no les va bien y aun cuando son menos amables?
¿Soy capaz y digno de recibir amor?
Santificado sea tu Nombre.
¿Es Dios, para mí, el Santo, ante quien con profundísimo respeto me arrodillo?
¿Es el Señor, el inviolable, a quien todo está sometido?
¿Me esfuerzo para que su Nombre sea santificado?
¿Tengo conciencia de que me está confiado el honor del Padre?
¿Son mi pensamiento y mi palabra respetuosos para con Dios?
¿Dignos de Dios?
¿Me impresiona, me hiere el que se blasfeme de Él, de Cristo, de la Iglesia?
¿Me esfuerzo por formarme una imagen exacta de Dios, una imagen viviente de Cristo?
¿Me preocupo de ahondar mis conocimientos religiosos y deberes morales?
¿Me cuido de tener una conciencia alerta y delicada?
¿Soy en todo concienzudo?
¿En la comunidad, en la parroquia, en el claustro, me esfuerzo por propagar la gloria de Dios? (oraciones corales, servicio divino en común).
Venga a nosotros tu reino.
¿Estoy esperando el reino futuro, el día de Cristo, la manifestación de su reino?
¿Acaso olvido por este mundo el venidero?
¿Está mi vida ordenada al fin?
¿Sé que soy peregrino y me porto como tal?
¿Me preocupo por la venida del reino de Dios en el mundo?
¿Ruego y hago sacrificios por ello?
¿Me preocupo del "reflejo de la gloria del reino futuro", de la justicia en la tierra, del triunfo del bien y de la santidad?
¿No sirvo yo de escándalo a otros?
¿Me preocupo por el reino de Dios en mí?
¿Puede crecer en mí?
¿Qué es lo que se opone a su crecimiento?
¿Soy yo verdaderamente, en el sentido del sermón de la montaña, "pobre" delante de Dios y lo espero todo de la gracia de Dios?
¿Tengo hambre de los dones y de la vida y del amor de Dios?
¿Soy manso?
¿O me dejo arrastrar de la indignación, de la cólera, de mis pasiones?
¿Me sobrepongo interiormente a las ofensas?
¿Soy de corazón compasivo en mi juicio respecto de los otros?
¿Tengo paciencia con sus debilidades?
¿Sé ver las miserias de los otros?
¿Ayudo con gusto?
¿Es mi conducta para con los demás clara, inequívoca, franca?
¿Amo la paz, y no la lucha y la pelea?
Con mis conversaciones, ¿no siembro entre los demás odio, desprecio, enemistades?
¿Perdono las injusticias sufridas?
¿Qué es para mí la Iglesia, la palabra, la enseñanza, el modo de pensar de la Iglesia?
Hágase tu voluntad.
¿Está para mí por encima de todas las cosas la voluntad del Padre?
¿Me esfuerzo por ver las voluntad y la mano del Padre en todos los sucesos y experiencias?
¿Me dejo llevar de mi propia voluntad, por orgullo, por falta de respeto, por temor a las consecuencias que la aceptación completa de la voluntad de Dios trae consigo?
¿Soy dócil a todo llamamiento y encargo del Padre?
¿Estoy alerta y listo para adaptarme en todo a la voluntad del Padre?
¿Cómo cumplo con el mandamiento capital del amor a Dios y del prójimo?
¿Estoy falto de caridad en el pensar, en el hablar, en el obrar?
¿Me porto amablemente para así sembrar amor?
¿Puede el amos de Dios manifestarse por medio de mí a los hombres?
¿No es mi conducta, para con Dios, para con Cristo y para con la Iglesia, deshonrosa y nociva?
En mis deberes diarios, en las reglas y disposiciones de los superiores, en las circunstancias y relaciones en que me hallo, ¿reconozco la voluntad y el encargo de Dios, del Padre?
¿Doy yo también en las situaciones difíciles, dispuesto y alegre, mi "Sí, Padre, porque a Ti es grato"?
¿Estoy presto a sacrificar todo lo demás a la voluntad y llamamiento de Dios?
El pan nuestro de cada día, dánosle hoy.
¿Pido al Padre también por las cosas diarias?
¿Vivo en actitud de confianza, de manera que no me angustie el porvenir?
¿Estoy contento con el sencillo don del pan de cada día?
¿No murmuro?
¿Doy gracias al Padre también por las cosas cotidianas?
¿Me preocupo por el pan de cada día del alma, es decir, de la palabra de Dios (servicio divino, predicación, lectura de la Sagrada Escritura, etc)?
¿Me preocupo de la buena recepción del Pan Eucarístico?
¿Me esfuerzo porque los que están confiados a mi cuidado conserven buen gusto para una ulterior formación religiosa?
Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
¿Pongo cuidado en conocer mis culpas?
¿Las admito?
¿Las confieso delante del Padre y le ruego el perdón de ellas?
¿Confieso mi culpa sincera y noblemente delante de la comunidad (en el Confiteor de la Misa) y delante del sacerdote como representante de Cristo y de la Iglesia en la santa confesión?
¿Perdono a mis deudores?
¿A todos sin excepción?
¿Soy conciliador?
¿Me irrito fácilmente?
¿No juzgo sobre los demás?
Cuando es necesario, ¿no pido perdón a los demás?
¿No hay alguno a quien yo "no pueda ver"?
No nos dejes caer en la tentación.
¿Conozco mi propia flaqueza?
¿No soy ligero frente a la tentación?
¿No juego con ella?
¿No fomento en mí mismo la tentación, por ejemplo, de mala codicia?
¿Cómo me porto frente a los atractivos del mundo?
¿Qué actitud guardo frente a la actual secularización de la vida, frente a las ideas y corrientes materialistas de la época?
¿Cómo me enfrento con el terrible poder del mal y sus tentaciones?
¿Me da la fe en la justicia futura la necesaria paciencia y confianza en la Providencia divina?
¿Temo y huyo por todos los medios del más grande de los peligros: el peligro de despreciar las gracias de Dios y abusar de ellas, el peligro del endurecimiento, del pecado contra el Espíritu Santo?
Líbranos del mal.
¿No deseo que Dios me libre de toda prueba?
¿Me preocupo de comprender con mayor hondura el sentido del dolor y de la Cruz?
¿La participación en los dolores de Cristo es para mí camino de desprendimiento y redención?
¿Veo en el dolo la Providencia, la disposición, la mano de Dios Padre?
¿Estoy debidamente dispuesto para el sacrificio?
¿Tengo mi alma abierta al consuelo de Dios?
¿La tengo también abierta par alas muchas pequeñas alegrías con que a diario Dios me obsequia?
¿Espero ansiosamente la eterna redención que el día de la venida de Cristo me traerá?
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