El presente examen de conciencia, se realizó tomando por base al "Decálogo del abogado", de San Alfonso María de Ligorio. (Estuve tentado de colocar como primera pregunta: "¿Eres abogado?", pero desistí para no ofender a los santos que lo han sido).
Examen de conciencia para abogados
(Sí, también tenemos conciencia, aunque no lo parezca)
1. “No aceptar nunca causas injustas, dado que son peligrosas para la conciencia y la dignidad propias”.
- ¿He aceptado una causa sabiendo que era injusta?
- Si no lo sabía, cuando tuve conocimiento de que la causa era injusta, ¿he dejado de patrocinarla? ¿He procurado que el cliente aceptara su responsabilidad?
- Si tuve que dejar la causa por injusta, ¿he hecho traición al cliente, revelando la verdad ante las autoridades judiciales o a la contraparte?
- Si estoy obligado por cargo a defender una causa injusta, ¿he intentado convencer al cliente de admitir la culpa?
- En la misma situación, y si el cliente no quiere aceptar la responsabilidad, ¿se ha limitado mi defensa sólo a lo técnico? (Sobre los medios utilizados, ver Punto 2).
- En la misma situación, pero sabiendo que se le quiere imponer al cliente una pena mayor a la justa, ¿He peleado por una pena menor, pero justa, o he buscado evitar injustamente toda condena?
2. “No defender causa alguna con medios ilícitos”.
- ¿He utilizado medios ilícitos para lograr hacer justicia?
- ¿He utilizado medios ilícitos para lograr una injusticia?
- ¿He mentido?
- ¿He hecho mentir a mi cliente?
- ¿He hecho mentir a testigos?
- ¿Pagué sobornos?
- ¿Destruí pruebas?
- ¿Fabriqué pruebas falsas?
- ¿Amenacé de cualquier modo a jueces, fiscales, abogados, testigos?
3. “No cargar sobre el cliente expensas inútiles; de lo contrario, deberás reembolsarle”.
- ¿He cargado a mi cliente con pagos innecesarios? ¿Ha sido a propósito o sin intención?
- ¿He devuelto lo que hice pagar de más? Si no podía, ¿lo he intentado? ¿He buscado la forma de reparar el daño causado?
- ¿He cobrado lo justo? ¿He dejado de cobrar sin justa causa?
- ¿He dejado de ayudar a quien no podía pagar?
- ¿He relegado casos ya aceptados por nuevos que me procuraban mayor ganancia?
4. "Defiende la causa de tu cliente con el mismo calor que si lo fuera tuya propia”.
- ¿Tuve la empatía suficiente con mi cliente, para lograr entenderlo?
- ¿Indagué lo suficiente su situación, o por el contrario lo escuché livianamente?
- ¿Lo defendí como si fuera a mí mismo?
5. “Estudia concienzudamente las piezas de los autos con el fin de sacarles los argumentos útiles a la defensa de la causa”.
- ¿He estudiado la causa a fondo? ¿O sólo fue una lectura superficial?
- ¿He procurado tratar de descubrir la mayor cantidad de argumentos a exponer, analizando los pros y los contra de cada uno de ellos?
- ¿He procurado imaginar los argumentos de la contraparte, para poder responderlos correctamente si son expuestos?
6. “El retraso o la negligencia pueden comprometer los intereses del cliente; de ahí, que debe éste ser indemnizado de los perjuicios resultantes, si no se quiere contravenir la justicia”.
- ¿No he diligenciado debidamente el expediente?
- ¿Entiendo que detrás de cada expediente hay una persona que está esperando una resolución?
- Si tenía un impedimento para diligenciar el expediente, ¿se lo he advertido al cliente? ¿He procurado la ayuda de otro abogado para poder cumplir con los plazos?
- Si he causado un daño por desidia, ¿he indemnizado al cliente?
- ¿He guardado el secreto de sumario?
- En caso de necesitar realizar una interconsulta, ¿he solicitado permiso al cliente? De no poder hacerlo, ¿he procurado no dar datos para que no se identifique la causa, limitándose la consulta a lo esencial?
- ¿He revelado información por imprudencia?
- ¿He revelado cuestiones que debían mantenerse en reserva, a quien no tenía derecho a saber?
7. “Ha de implorar el abogado la ayuda divina para defender las causas porque Dios es el primer amparo de la Justicia”.
- ¿He rezado todos los días por las causas que llevo?
- ¿He rezado por cada caso en particular?
- ¿He pedido a Dios ganar los casos o que se haga justicia?
- ¿He preferido mi triunfo personal a la justicia?
- ¿Ruego a Dios que, en caso de estar equivocado, gane la contraparte?
- ¿Pido a Dios inteligencia para entender los casos?
- ¿Pido a Dios fortaleza para luchar por las causas justas que parecen perdidas? ¿Pongo toda mi voluntad en lograr la justicia?
- ¿Confío a Dios el resultado de la causa?
- Si la pretensión del cliente era injusta, ¿procuré ayudarlo a llevar la cruz merecida?
- ¿Invité a mi cliente a encomendarse también a Dios?
8. “No es digno de elogio el abogado que se empeña en la defensa de causas superiores a su talento, a sus fuerzas y al tiempo de que dispone, a fin de aparejarse para defenderlas concienzudamente”.
- ¿He aceptado causas, sabiendo (o sospechando seriamente) que no tenía talento suficiente para llevarlo adelante?
- ¿He aceptado causas, sabiendo (o sospechando seriamente) que no tenía fuerza suficiente para llevarlo adelante?
- ¿He aceptado causas, sabiendo (o sospechando seriamente) que no tenía tiempo suficiente para llevarlo adelante?
- Si no tenía talento, fuerza y/o tiempo, pero por el cargo debía aceptar la tarea ¿He procurado advertir a la autoridad que me encomendó el trabajo, o al cliente, las dificultades que tenía para llevarse exitosamente el trabajo a buen término?
- ¿He aducido falsa o exageradamente, falta de talento, fuerza y/o tiempo, para dejar de cumplir con la obligación encomendada?
- ¿He dejado por cobardía, de llevar con justicia la causa?
- ¿He dejado por pereza, de llevar con justicia la causa?
- ¿He perdido la causa, porque, por soberbia, no quise reconocer falencias propias?
9. “Ha de tener siempre muy presentes el abogado la justicia y la honradez y guardarlas como la pupila de los ojos”.
- ¿He procurado buscar siempre la justicia como último fin? ¿O por el contrario, otros intereses han difuminado mi noción de justicia?
- Mis palabras, mis actitudes, mis intervenciones, ¿son siempre ejemplo de catolicidad? ¿O por el contrario, abundan en mis modales la altanería? la soberbia? la presunción? la vanidad? la provocación? la irrespetuosidad a jueces, fiscales, abogados, denunciantes o testigos?
- ¿Sé controlar mis pasiones, o me dejo llevar por ellas?
- ¿Sé airarme cuando hay justa causa para ello?
10. “El abogado que por su propio descuido pierde la causa, queda en deuda con su cliente y debe resarcirle todos los daños que le ha ocasionado”.
- Si he perdido la causa por culpa propia, ¿he admitido la culpa?
- ¿He intentando reparar el daño causado, interponiendo los recursos correspondientes? ¿He cargado nuevas expensas al cliente por esa causa?
- ¿He reparado el daño causado?
11. “En su informe debe el abogado ser veraz, sincero, respetuoso y razonador”.
- ¿He mentido, o exagerado o minimizado cuestiones relevantes?
- En el ambiente del derecho, ¿Se me conoce por mi sinceridad? (No es que importe mucho el qué dirán de los demás, sino sólo lo que diga Dios. Pero no deja de ser necesaria para la imagen de la Justicia, que nuestro comportamiento sea lo más perfecto posible).
- ¿O por el contrario, se me reconoce por la habilidad que tengo para torcer las leyes que estaban claras para cualquiera?
- ¿Nadie tiene nada para plantearme por mi modo respetuoso de actuar? ¿O por el contrario, prefieren no tener trato conmigo para evitarse problemas?
- ¿He procurado con la razón, explicar a todas las partes, los fundamentos de lo que afirmo? ¿O por el contrario, busco argumentos que parecen públicamente tener razón, pero falsos luego de un análisis serio?
- ¿He fundamentado mis argumentos basándome en hechos no acreditados en el expediente?
12. “Por último, las partes de un abogado han de ser la competencia, el estudio, la verdad, la fidelidad y la justicia”.
¿He sido fiel a Dios en los casos que he llevado?
¿He sido fiel a la Justicia?
¿He sido fiel a mi cliente? ¿O por el contrario, lo he traicionado?
¿Le he ocultado cosas que tenía derecho a saber?
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Fundamentos de lo expuesto. Algunas son obvias. Sólo menciono las que considero relevantes (o que pueden prestarse a dudas).
1. Sobre la defensa de causas injustas, o hacer traición al cliente, ver Santo Tomás de Aquino: Suma teológica - Parte II-IIae - Cuestión 71 Art 3
2. No es lícito mentir para salvar a otro. Si fuera salvarlo de una injusticia (mentira oficiosa), entiendo que tampoco es lícito. E incluso, sería pecado mortal hacerlo, en razón de la profesión. La pena moral se le imputa al juez injusto, pero no al veraz. (Santo Tomás de Aquino: Suma teológica - Parte II-IIae - Cuestión 110).
3. Sobre el airarse cuando corresponde, San Juan Crisóstomo decía: "Quien con causa no se aira, peca. Porque la paciencia irracional siembra vicios, fomenta la negligencia, y no sólo a los malos sino también a los buenos los invita al mal".
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