lunes, 25 de marzo de 2024

Examen de conciencia para abogados


Para volver al índice, AQUÍ

El presente examen de conciencia, se realizó tomando por base al "Decálogo del abogado", de San Alfonso María de Ligorio. (Estuve tentado de colocar como primera pregunta: "¿Eres abogado?", pero desistí para no ofender a los santos que lo han sido).


Examen de conciencia para abogados

(Sí, también tenemos conciencia, aunque no lo parezca)


1. “No aceptar nunca causas injustas, dado que son peligrosas para la conciencia y la dignidad propias”.

- ¿He aceptado una causa sabiendo que era injusta?

- Si no lo sabía, cuando tuve conocimiento de que la causa era injusta, ¿he dejado de patrocinarla? ¿He procurado que el cliente aceptara su responsabilidad?

- Si tuve que dejar la causa por injusta, ¿he hecho traición al cliente, revelando la verdad ante las autoridades judiciales o a la contraparte? 

- Si estoy obligado por cargo a defender una causa injusta, ¿he intentado convencer al cliente de admitir la culpa?

- En la misma situación, y si el cliente no quiere aceptar la responsabilidad, ¿se ha limitado mi defensa sólo a lo técnico? (Sobre los medios utilizados, ver Punto 2).

- En la misma situación, pero sabiendo que se le quiere imponer al cliente una pena mayor a la justa, ¿He peleado por una pena menor, pero justa, o he buscado evitar injustamente toda condena?


2. “No defender causa alguna con medios ilícitos”.

- ¿He utilizado medios ilícitos para lograr hacer justicia?

- ¿He utilizado medios ilícitos para lograr una injusticia?

- ¿He mentido? 

- ¿He hecho mentir a mi cliente?

- ¿He hecho mentir a testigos?

- ¿Pagué sobornos?

- ¿Destruí pruebas?

- ¿Fabriqué pruebas falsas?

- ¿Amenacé de cualquier modo a jueces, fiscales, abogados, testigos?


3. “No cargar sobre el cliente expensas inútiles; de lo contrario, deberás reembolsarle”.

- ¿He cargado a mi cliente con pagos innecesarios? ¿Ha sido a propósito o sin intención?

- ¿He devuelto lo que hice pagar de más? Si no podía, ¿lo he intentado? ¿He buscado la forma de reparar el daño causado?

- ¿He cobrado lo justo? ¿He dejado de cobrar sin justa causa?

- ¿He dejado de ayudar a quien no podía pagar?

- ¿He relegado casos ya aceptados por nuevos que me procuraban mayor ganancia?


4. "Defiende la causa de tu cliente con el mismo calor que si lo fuera tuya propia”.

- ¿Tuve la empatía suficiente con mi cliente, para lograr entenderlo? 

- ¿Indagué lo suficiente su situación, o por el contrario lo escuché livianamente?

- ¿Lo defendí como si fuera a mí mismo?


5. “Estudia concienzudamente las piezas de los autos con el fin de sacarles los argumentos útiles a la defensa de la causa”.

- ¿He estudiado la causa a fondo? ¿O sólo fue una lectura superficial?

- ¿He procurado tratar de descubrir la mayor cantidad de argumentos a exponer, analizando los pros y los contra de cada uno de ellos?

- ¿He procurado imaginar los argumentos de la contraparte, para poder responderlos correctamente si son expuestos?


6. “El retraso o la negligencia pueden comprometer los intereses del cliente; de ahí, que debe éste ser indemnizado de los perjuicios resultantes, si no se quiere contravenir la justicia”.

- ¿No he diligenciado debidamente el expediente?

- ¿Entiendo que detrás de cada expediente hay una persona que está esperando una resolución?

- Si tenía un impedimento para diligenciar el expediente, ¿se lo he advertido al cliente? ¿He procurado la ayuda de otro abogado para poder cumplir con los plazos?

- Si he causado un daño por desidia, ¿he indemnizado al cliente?

- ¿He guardado el secreto de sumario?

- En caso de necesitar realizar una interconsulta, ¿he solicitado permiso al cliente? De no poder hacerlo, ¿he procurado no dar datos para que no se identifique la causa, limitándose la consulta a lo esencial?

- ¿He revelado información por imprudencia?

- ¿He revelado cuestiones que debían mantenerse en reserva, a quien no tenía derecho a saber?


7. “Ha de implorar el abogado la ayuda divina para defender las causas porque Dios es el primer amparo de la Justicia”.

- ¿He rezado todos los días por las causas que llevo?

- ¿He rezado por cada caso en particular?

- ¿He pedido a Dios ganar los casos o que se haga justicia? 

- ¿He preferido mi triunfo personal a la justicia?

- ¿Ruego a Dios que, en caso de estar equivocado, gane la contraparte?

- ¿Pido a Dios inteligencia para entender los casos?

- ¿Pido a Dios fortaleza para luchar por las causas justas que parecen perdidas? ¿Pongo toda mi voluntad en lograr la justicia?

- ¿Confío a Dios el resultado de la causa?

- Si la pretensión del cliente era injusta, ¿procuré ayudarlo a llevar la cruz merecida?

- ¿Invité a mi cliente a encomendarse también a Dios?


8. “No es digno de elogio el abogado que se empeña en la defensa de causas superiores a su talento, a sus fuerzas y al tiempo de que dispone, a fin de aparejarse para defenderlas concienzudamente”.

- ¿He aceptado causas, sabiendo (o sospechando seriamente) que no tenía talento suficiente para llevarlo adelante?

- ¿He aceptado causas, sabiendo (o sospechando seriamente) que no tenía fuerza suficiente para llevarlo adelante?

- ¿He aceptado causas, sabiendo (o sospechando seriamente) que no tenía tiempo suficiente para llevarlo adelante?

- Si no tenía talento, fuerza y/o tiempo, pero por el cargo debía aceptar la tarea ¿He procurado advertir a la autoridad que me encomendó el trabajo, o al cliente, las dificultades que tenía para llevarse exitosamente el trabajo a buen término?

- ¿He aducido falsa o exageradamente, falta de talento, fuerza y/o tiempo, para dejar de cumplir con la obligación encomendada?

- ¿He dejado por cobardía, de llevar con justicia la causa?

- ¿He dejado por pereza, de llevar con justicia la causa?

- ¿He perdido la causa, porque, por soberbia, no quise reconocer falencias propias?


9. “Ha de tener siempre muy presentes el abogado la justicia y la honradez y guardarlas como la pupila de los ojos”.

- ¿He procurado buscar siempre la justicia como último fin? ¿O por el contrario, otros intereses han difuminado mi noción de justicia?

- Mis palabras, mis actitudes, mis intervenciones, ¿son siempre ejemplo de catolicidad? ¿O por el contrario, abundan en mis modales la altanería? la soberbia? la presunción? la vanidad? la provocación? la irrespetuosidad a jueces, fiscales, abogados, denunciantes o testigos?

- ¿Sé controlar mis pasiones, o me dejo llevar por ellas?

- ¿Sé airarme cuando hay justa causa para ello? 


10. “El abogado que por su propio descuido pierde la causa, queda en deuda con su cliente y debe resarcirle todos los daños que le ha ocasionado”.

- Si he perdido la causa por culpa propia, ¿he admitido la culpa?

- ¿He intentando reparar el daño causado, interponiendo los recursos correspondientes? ¿He cargado nuevas expensas al cliente por esa causa?

- ¿He reparado el daño causado?


11. “En su informe debe el abogado ser veraz, sincero, respetuoso y razonador”.

- ¿He mentido, o exagerado o minimizado cuestiones relevantes?

- En el ambiente del derecho, ¿Se me conoce por mi sinceridad? (No es que importe mucho el qué dirán de los demás, sino sólo lo que diga Dios. Pero no deja de ser necesaria para la imagen de la Justicia, que nuestro comportamiento sea lo más perfecto posible). 

- ¿O por el contrario, se me reconoce por la habilidad que tengo para torcer las leyes que estaban claras para cualquiera?  

- ¿Nadie tiene nada para plantearme por mi modo respetuoso de actuar? ¿O por el contrario, prefieren no tener trato conmigo para evitarse problemas?

- ¿He procurado con la razón, explicar a todas las partes, los fundamentos de lo que afirmo? ¿O por el contrario, busco argumentos que parecen públicamente tener razón, pero falsos luego de un análisis serio?

- ¿He fundamentado mis argumentos basándome en hechos no acreditados en el expediente?


12. “Por último, las partes de un abogado han de ser la competencia, el estudio, la verdad, la fidelidad y la justicia”.

¿He sido fiel a Dios en los casos que he llevado?

¿He sido fiel a la Justicia?

¿He sido fiel a mi cliente? ¿O por el contrario, lo he traicionado?

¿Le he ocultado cosas que tenía derecho a saber?

 


----

Fundamentos de lo expuesto. Algunas son obvias. Sólo menciono las que considero relevantes (o que pueden prestarse a dudas).

1. Sobre la defensa de causas injustas, o hacer traición al cliente, ver Santo Tomás de Aquino: Suma teológica - Parte II-IIae - Cuestión 71 Art 3 

2. No es lícito mentir para salvar a otro. Si fuera salvarlo de una injusticia (mentira oficiosa), entiendo que tampoco es lícito. E incluso, sería pecado mortal hacerlo, en razón de la profesión. La pena moral se le imputa al juez injusto, pero no al veraz. (Santo Tomás de Aquino: Suma teológica - Parte II-IIae - Cuestión 110).

3. Sobre el airarse cuando corresponde, San Juan Crisóstomo decía: "Quien con causa no se aira, peca. Porque la paciencia irracional siembra vicios, fomenta la negligencia, y no sólo a los malos sino también a los buenos los invita al mal".



---

Para volver al índice, AQUÍ


jueves, 21 de marzo de 2024

Examen de conciencia según el Padrenuestro

 Obtenido de "La confesión frecuente" de Benedikt Baur

Para volver al índice, AQUÍ


Padre. Mi relación fundamental con Dios Padre.

¿Es en realidad Dios para mí el Padre a quien doy muestras de respeto, gratitud y obediencia, a quien otorgo mi fe y confianza, y a quien me someto en el dolor con toda paciencia?

¿Soy yo para Él en realidad hijo?

¿Ha llegado a ser Él para mí un extraño a causa de la indiferencia, disgusto y fastidio que yo he sentido?

¿Vivo yo con la conciencia de que el Padre, el Dios Trino, vive personalmente en el fondo de mi conciencia, para dirigirla, protegerla y colmarla con su fuerza y con su vida?

La gloria de Dios, la adoración y el honor de Dios, ¿me interesan sobre todas las cosas?

¿Me esfuerzo en algo por el honor de Dios?

¿Es mi primero y más importante empeño conocer a Dios y amarle, y para ese fin me santifico y busco la perfección cristiana?

¿Qué son para mí los votos de la orden, las reglas y las prescripciones del claustro?

¿Qué son para mí la vida interior, la aspiración a la virtud?

¿Qué es para mí Cristo, el Salvador, mi hermano y amigo?

¿Qué son para mí sus palabras y obras?

¿Qué es para mí el Santísimo Sacramento de la Eucaristía?

¿Qué es su Iglesia?

¿Doy la cara por el honor de Cristo, su Iglesia y sus santos?

Oración. ¿Me procuro tiempo para estar una hora en intimidad con mi Padre?

¿Es mi oración humilde, confiada, perseverante, digna del Padre?

¿No estoy consciente y voluntariamente distraído?

¿Qué valor tienen para mí la meditación, el examen de conciencia y la lectura espiritual?

Trabajo. Es trabajo para mí el trabajo en servicio del Padre?

¿Cumplo cada trabajo que se me impone?

¿Con puntualidad, con sentido de la responsabilidad, con alegría?


Nuestro. Mi relación fundamental con el prójimo.

¿Respeto al prójimo?

¿Respeto su vida, su libertad, su manera de ser, su inocencia, su honor, su buen nombre?

¿Deber de justicia y amor para con todo necesitado, con prontitud, benevolencia, cordialidad?

¿Escándalo? (pecados ajenos)

¿Mi relación con los más allegados, en la familia, en la comunidad claustral? ¿Amor, fidelidad?

¿Amor a la Iglesia, al pueblo, a la patria?

¿Me esfuerzo por ser más desinteresado? ¿Servicial?

¿Soporto a mis hermanos y hermanas tales como son?

¿También cuando no les va bien y aun cuando son menos amables?

¿Soy capaz y digno de recibir amor?


Santificado sea tu Nombre.

¿Es Dios, para mí, el Santo, ante quien con profundísimo respeto me arrodillo?

¿Es el Señor, el inviolable, a quien todo está sometido?

¿Me esfuerzo para que su Nombre sea santificado?

¿Tengo conciencia de que me está confiado el honor del Padre?

¿Son mi pensamiento y mi palabra respetuosos para con Dios?

¿Dignos de Dios?

¿Me impresiona, me hiere el que se blasfeme de Él, de Cristo, de la Iglesia?

¿Me esfuerzo por formarme una imagen exacta de Dios, una imagen viviente de Cristo?

¿Me preocupo de ahondar mis conocimientos religiosos y deberes morales?

¿Me cuido de tener una conciencia alerta y delicada?

¿Soy en todo concienzudo?

¿En la comunidad, en la parroquia, en el claustro, me esfuerzo por propagar la gloria de Dios? (oraciones corales, servicio divino en común).


Venga a nosotros tu reino.

¿Estoy esperando el reino futuro, el día de Cristo, la manifestación de su reino?

¿Acaso olvido por este mundo el venidero?

¿Está mi vida ordenada al fin?

¿Sé que soy peregrino y me porto como tal?

¿Me preocupo por la venida del reino de Dios en el mundo?

¿Ruego y hago sacrificios por ello?

¿Me preocupo del "reflejo de la gloria del reino futuro", de la justicia en la tierra, del triunfo del bien y de la santidad?

¿No sirvo yo de escándalo a otros?

¿Me preocupo por el reino de Dios en mí?

¿Puede crecer en mí?

¿Qué es lo que se opone a su crecimiento?

¿Soy yo verdaderamente, en el sentido del sermón de la montaña, "pobre" delante de Dios y lo espero todo de la gracia de Dios?

¿Tengo hambre de los dones y de la vida y del amor de Dios?

¿Soy manso?

¿O me dejo arrastrar de la indignación, de la cólera, de mis pasiones?

¿Me sobrepongo interiormente a las ofensas?

¿Soy de corazón compasivo en mi juicio respecto de los otros?

¿Tengo paciencia con sus debilidades?

¿Sé ver las miserias de los otros?

¿Ayudo con gusto?

¿Es mi conducta para con los demás clara, inequívoca, franca?

¿Amo la paz, y no la lucha y la pelea?

Con mis conversaciones, ¿no siembro entre los demás odio, desprecio, enemistades?

¿Perdono las injusticias sufridas?

¿Qué es para mí la Iglesia, la palabra, la enseñanza, el modo de pensar de la Iglesia?


Hágase tu voluntad.

¿Está para mí por encima de todas las cosas la voluntad del Padre?

¿Me esfuerzo por ver las voluntad y la mano del Padre en todos los sucesos y experiencias?

¿Me dejo llevar de mi propia voluntad, por orgullo, por falta de respeto, por temor a las consecuencias que la aceptación completa de la voluntad de Dios trae consigo?

¿Soy dócil a todo llamamiento y encargo del Padre?

¿Estoy alerta y listo para adaptarme en todo a la voluntad del Padre?

¿Cómo cumplo con el mandamiento capital del amor a Dios y del prójimo?

¿Estoy falto de caridad en el pensar, en el hablar, en el obrar?

¿Me porto amablemente para así sembrar amor?

¿Puede el amos de Dios manifestarse por medio de mí a los hombres?

¿No es mi conducta, para con Dios, para con Cristo y para con la Iglesia, deshonrosa y nociva?

En mis deberes diarios, en las reglas y disposiciones de los superiores, en las circunstancias y relaciones en que me hallo, ¿reconozco la voluntad y el encargo de Dios, del Padre?

¿Doy yo también en las situaciones difíciles, dispuesto y alegre, mi "Sí, Padre, porque a Ti es grato"?

¿Estoy presto a sacrificar todo lo demás a la voluntad y llamamiento de Dios?


El pan nuestro de cada día, dánosle hoy.

¿Pido al Padre también por las cosas diarias?

¿Vivo en actitud de confianza, de manera que no me angustie el porvenir?

¿Estoy contento con el sencillo don del pan de cada día?

¿No murmuro?

¿Doy gracias al Padre también por las cosas cotidianas?

¿Me preocupo por el pan de cada día del alma, es decir, de la palabra de Dios (servicio divino, predicación, lectura de la Sagrada Escritura, etc)?

¿Me preocupo de la buena recepción del Pan Eucarístico?

¿Me esfuerzo porque los que están confiados a mi cuidado conserven buen gusto para una ulterior formación religiosa?


Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.

¿Pongo cuidado en conocer mis culpas?

¿Las admito?

¿Las confieso delante del Padre y le ruego el perdón de ellas?

¿Confieso mi culpa sincera y noblemente delante de la comunidad (en el Confiteor de la Misa) y delante del sacerdote como representante de Cristo y de la Iglesia en la santa confesión?

¿Perdono a mis deudores?

¿A todos sin excepción?

¿Soy conciliador?

¿Me irrito fácilmente?

¿No juzgo sobre los demás?

Cuando es necesario, ¿no pido perdón a los demás?

¿No hay alguno a quien yo "no pueda ver"?


No nos dejes caer en la tentación.

¿Conozco mi propia flaqueza?

¿No soy ligero frente a la tentación?

¿No juego con ella?

¿No fomento en mí mismo la tentación, por ejemplo, de mala codicia?

¿Cómo me porto frente a los atractivos del mundo?

¿Qué actitud guardo frente a la actual secularización de la vida, frente a las ideas y corrientes materialistas de la época?

¿Cómo me enfrento con el terrible poder del mal y sus tentaciones?

¿Me da la fe en la justicia futura la necesaria paciencia y confianza en la Providencia divina?

¿Temo y huyo por todos los medios del más grande de los peligros: el peligro de despreciar las gracias de Dios y abusar de ellas, el peligro del endurecimiento, del pecado contra el Espíritu Santo?


Líbranos del mal.

¿No deseo que Dios me libre de toda prueba?

¿Me preocupo de comprender con mayor hondura el sentido del dolor y de la Cruz?

¿La participación en los dolores de Cristo es para mí camino de desprendimiento y redención?

¿Veo en el dolo la Providencia, la disposición, la mano de Dios Padre?

¿Estoy debidamente dispuesto para el sacrificio?

¿Tengo mi alma abierta al consuelo de Dios?

¿La tengo también abierta par alas muchas pequeñas alegrías con que a diario Dios me obsequia?

¿Espero ansiosamente la eterna redención que el día de la venida de Cristo me traerá?


---

Para volver al índice, AQUÍ




Examen de conciencia para niños




 Para el presente examen, se utilizó como base el obtenido de "Mi Jesús. Devocionario que ofrece a los niños el P Luis Rivera". Contiene agregados propios y de otros libros.

Para volver al índice, AQUÍ


Introducción

¿Vas a confesarme con sincero deseo de purificación, conversión, renovación de vida y amistad más profunda con Dios, o, por el contrario, lo considero como una carga que se ha de recibir las menos veces posibles?

¿Cuánto tiempo hace que te confesaste?

¿Dijiste todos tus pecados al Padre Confesor?

¿Te olvidaste de alguno o lo callaste por vergüenza? Piénsalo bien.


Primer mandamiento: Amar a Dios sobre todas las cosas

¿Amas de verdad a Dios más que a todas las cosas?

¿Te encomiendas a Dios al levantarte?

¿Te encomiendas a Dios al acostarte?

¿Bendices los alimentos?

¿Rezas antes de iniciar tus estudios?

¿Juegas mientas rezas?

¿Molestas a otros mientras rezan? 

¿Te has avergonzado de ser católico, y de ir a la Iglesia?


Segundo mandamiento: No tomar el Nombre de Dios en vano

¿Has jurado? ¿Cuántas veces?

¿Has dicho malas palabras? ¿Cuántas veces?

¿Has dicho blasfemias? ¿Cuántas veces?

¿Te has burlado del Nombre de Dios?

¿Has dicho el Nombre de Dios, de Jesús, de la Virgen María o de los santos, sin respeto?

¿Has prometido algo a Dios y no lo has cumplido? 


Tercer mandamiento: Santificar las fiestas

¿Vas a Misa los días domingos y fiestas de guardar?

¿No has querido ir a Misa los domingos?

¿Juegas en Misa o te distraes?

¿Si no has ido a Misa alguna vez, ¿Por qué?

¿Asistes al Catecismo?

¿Has comido carne los días prohibidos?


Cuarto mandamiento: Honrar padre y madre

¿Obedeces a tus padres y superiores?

¿Les faltas el respeto?

¿Les has causado tristeza con tu conducta?

¿Te has avergonzado de tus padres?

¿Eres orgulloso?

¿Eres perezoso?

¿Eres de mal genio o caprichoso?

¿Eres egoísta?


Quinto mandamiento: No matar

¿Peleas con tus hermanos y amigos?

¿Les has pegado?

¿Los has insultado?

¿Deseas algún mal a otro?

¿Tienes envidia de otros? ¿Te alegras de los males que sufren los demás? ¿Te entristeces por las cosas buenas que le ocurren a otros?

¿Te has vengado o deseado vengarte?

¿Te has burlado de otros?


Sexto y noveno mandamientos: No cometer actos impuros. No desear la mujer de tu prójimo.

¿Has pensado o dicho cosas feas?

¿Has hecho cosas feas contigo mismo o con otros?

¿Cuántas veces?

¿Has mirado figuras o cosas escandalosas?

¿Cuidas tu cuerpo?

¿Respetas el cuerpo de los demás?


Séptimo y décimo mandamientos: No robar. No codiciar los bienes ajenos.

¿Has robado o tomado dinero, frutas, golosinas u otras cosas?

¿Has ayudado a otros a robar?

¿Devolviste lo robado?

¿Compartes tus cosas con los más necesitados?

¿Has estado perdiendo el tiempo en vez de cumplir con tus deberes?

¿Has aprovechado las horas de estudio?

¿No estás contento con lo que tienes y Dios te ha dado?


Octavo mandamiento: No levantar falso testimonio ni mentir.

¿Has dicho mentiras?

¿Has dañado a otras personas con mis mentiras?

¿Has echado la culpa a otro sin tenerla?

¿Contaste secretos que no debías contar?

¿Murmuras sobre otros?

¿Has dejado mal a tus hermanos o compañeros delante de otros?



Para volver al índice, AQUÍ


Exámenes de conciencia para matrimonios (Esposas)

  Por Edwin C. Haungs, S. J.

(traducido del inglés) 

Para volver al índice, AQUÍ


I. Mi Hogar

1. ¿Mi hogar es limpio y ordenado?

2. ¿Es atractivo mi hogar?

3. ¿Es cómodo mi hogar?

4. ¿Sé hacer atractivo el uso de colores en las cortinas, manteles, etc.?

5. ¿Permito que mi familia "use" su hogar?

6. ¿Arreglo mi casa temprano por la mañana?

7. ¿Tengo fuentes sucias apiladas en la cocina?

8. ¿Estoy siempre alerta para encontrar medios de mejorar mi hogar? ¿Leo revistas que me puedan ayudar en este sentido?

9. ¿Están mi esposo y mis hijos orgullosos de traer sus amigos a casa? ¿Los recibo bien?

10. ¿Hav una genuina atmósfera de religión en mi hogar? ¿Hay cuadros?

a) ¿Jesús, Maria, etc.?

b) ¿Crucifijos?

c) ¿Tengo los artículos que necesita un sacerdote para atender un enfermo?

11. ¿Hago en forma metódica mi trabajo?

12. ¿Soy cuidadosa con el dinero?

13. ¿Guardo cuenta de mis gastos?

14. ¿Trato de ahorrar para el futuro?

 

II. Mi mesa

1. ¿Se sirven puntualmente las comidas?

2. ¿Considero el valor nutritivo de los alimentos?

3. ¿Varío los menús?

4. ¿Estoy al acecho de nuevas y gustosas recetas?

5. ¿Mis comidas son apetitosas a la vista?

a) ¿Están bien servidas?

b) ¿Hay variación de color en ellas?

6. ¿Cocino, semana, tras semana el mismo plato?

7. ¿Preparo todo lo más atractivo posible, aun cuando no haya visitas?

8. ¿Está ben arreglada la mesa?

a) ¿Velas

b) ¿Flores?

c) ¿Manteles?

d) ¿Servilletas?

9. ¿Está la mesa ya lista cuando la familia se sienta a comer, o debo estar levantándome continuamente a buscar algo que falta?

10. La comida principal, ¿es una verdadera reunión de familia?

11. ¿Hay espíritu de alegría en la mesa?

12. ¿Es agradable la conversación en la mesa, o exhibo todas las circunstancias desagradables del día?

13. ¿Permanece en la mesa toda la familia hasta que la última persona haya terminado de comer?

14. ¿Se reza antes y después de las comidas?

15. ¿Piden permiso los niños si "realmente" tienen que levantarse antes?

16. La conversación en la mesa, ¿es tal que hasta los niños puedan participar en ella?

17. ¿Enseño a mis hijos las reglas de buena educación?

a) ¿Con el ejemplo?

b) ¿Por mis ocasionales correcciones?

 

III. Yo, físicamente

1. ¿Pongo cuidado en mi aseo personal?

a) ¿Ropas?

b) ¿Cabello?

c) ¿Uñas?

2. ¿Soy prolija en mi persona?

3. ¿Trato de conservarme atractiva?

4. ¿Elijo bien mi ropa?

a) ¿Precio?

b) ¿Hechura?

c) ¿Color?

5. ¿Trato de conservarme limpia y ordenada?

6. ¿Cuido mi apariencia personal ahora, como lo hacía antes de mi casamiento?

7. ¿Puede mi esposo estar orgulloso de que lo vean conmigo?

8. ¿Están mis hijos orgullosos de su madre?

9. ¿Trato de estar arreglada cuando llega mi marido a casa?

10. ¿Me visto de acuerdo con mi edad, o trato de parecer más joven de lo que soy?

11. ¿Soy siempre modesta en mi vestir?

 

IV. Yo, intelectualmente

1. ¿Me he estancado intelectualmente?

2. ¿He tratado de cultivar mi inteligencia?

3. ¿He guardado la práctica de leer buenos libros?

4. ¿Leo buenas revistas?

5. ¿Cuánta lectura católica hago?

a) ¿Libros?

b) ¿Revistas?

c) ¿Panfletos?

d) ¿Periódicos?

6. ¿Me entero de los hechos corrientes?

7. ¿Soy capaz de mantener una conversación amena e interesante, o son temas de mis conversaciones solamente personas y chistes?

8. ¿Hablo gramaticalmente?

 

V. Yo, espiritualmente

1. ¿Con qué frecuencia me confieso y recibo la Sagrada Comunión?

2. ¿Llego a tiempo a misa los domingos y feriados?

3. ¿Voy a misa entre semana?

4. ¿Permanezco en la iglesia hasta el final de la misa?

5. ¿Cuál es mi método de oír misa?

6. ¿He tratado de usar el Misal?

7. ¿Con qué frecuencia rezo el rosa-rio? ¿Lo rezo en familia?

8. ¿Rezo mis oraciones de la mañana y de la noche?

9. ¿Rezo antes y después de las comidas?

10. ¿Evito en mi lenguaje:

a) vulgaridades?

b) obscenidades?

c) juramentos?

d) blasfemias?

11. ¿Se manifiesta en mí el espíritu de caridad?

a) ¿Pensamientos?

b) ¿Palabras?

c) ¿Obras?

1) ¿Con mi familia?

2) ¿Con mis parientes?

3) ¿Con mis amigos?

4) ¿Con mis vecinos?

5) ¿Con mis enemigos?

12. ¿Soy mordaz, irascible?

13. ¿Pongo a Nuestra Señora por modelo de mi vida?

14. ¿Sé guardar las confidencias que me hacen? ¿Secretos?

15. ¿Me enojo con facilidad y frecuencia?

16. ¿Soy egoísta?

17. ¿Soy generosa?

a) ¿Con los pobres?

b) ¿Con la Iglesia?

c) ¿Con las misiones?

 

VI. ¿Qué clase de esposa soy?

1. ¿Amo todavía a mi marido?

2. ¿He hecho el propósito de hacer por mi marido esas cositas que mantienen vivo el fuego del amor en el corazón humano?

3. ¿Me intereso en el progreso y el éxito de mi marido?

4. ¿Lo aliento?

5. ¿Disimulo sus defectos, o los pongo en evidencia?

6. ¿Comento sus faltas y defectos con mis amigas?

7. ¿Trato constantemente de reformarlo?

8. ¿Acepto con alegría los sacrificios qué nos impone sus trabajos a él y a mí?

9. ¿Le tengo celos?

10. ¿Lo disminuyo ante otros?

11. ¿Le guardo rencor y me niego a hablarle?

12. ¿Soy mezquina?

13. ¿Le pido estricta cuenta de:

a) todo lo que hace?

b) todo lo que gasta?

14. ¿Soy amable y gentil con sus amigos y parientes?

15. ¿He hecho lo posible por ayudarlo en sus ocupaciones?

16. ¿Le he dado buen ejemplo?

17. ¿Me quejo de:

a) los quehaceres domésticos?

b) el cuidado de los niños?

18. ¿Le niego a mi esposo, sin una razón seria, el derecho que tiene de usar del matrimonio?

19. ¿Le concedo a mi marido sólo de mala gana el derecho de hacer vida de matrimonio?

20. ¿Soy feliz de compartir esta intimidad con mi marido?

21. Cuando surge algún desacuerdo entre mi esposo y yo, ¿lo discuto con calma y franqueza?

22. Cuando se presenta un problema moral, ¿lo consulto con un sacerdote o, por el contrario, con mi vecina?

23. ¿Encuentro siempre faltas a mi marido?

 

VII. - ¿Qué clase de madre soy?

1. ¿He tratado de comprender la grandeza de la maternidad, como Dios manda?

2. ¿He pensado que maternidad y sacrificio son sinónimos?

3. ¿He aceptado el sacrificio gustosa, con alegría y sin quejas?

4. ¿He evitado la maternidad porque:

a) podría entorpecer mi vida social?

b) podría suponer el tener un coche de menos valor?

c) podría estropear mi figura?

d) tengo miedo a lo que otros pudieran decir?

5. ¿Me doy cuenta de que la maternidad es una carrera para toda la vida que demanda toda mi energía y todo mi talento?

6. ¿He tratado de progresar:

a) leyendo?

b) haciendo preguntas?

c) discutiendo con mi marido el desarrollo y progreso de nuestros hijos?

7. ¿He tratado realmente de hacer un triunfo de mi trabajo de madre?

8. ¿Trato los problemas de mis hijos con mi marido y después que ellos se han retirado?

9. ¿Converso con mi esposo, cuando nuestros hijos no están presentes, cambiando opiniones sobre disciplina, etc.?

10. ¿Mando a mis hijos a un colegio católico?

11. ¿Analizo y critico a sacerdotes, monjas, profesores, etc., en presencia de mis hijos?

12. En presencia de los chicos, ¿tomo su parte en contra de sus maestros?

13. ¿He tratado desde su primera edad de ganar su confianza?

14. ¿Me escandalizo con lo que ellos me cuentan?

15. ¿He tratado de obtener su punto de vista sobre la vida?

16. ¿He contestado siempre con franqueza a sus preguntas?

17. ¿Qué he hecho para enseñarles la virtud de la pureza?

18. He preparado a mis hijas para la edad de la pubertad?

19. ¿He hecho de mi hogar un lugar de felicidad para mis hijos?

20. ¿Los animo a traer sus amigos a casa?

21. ¿Conozco los compañeros de mis hijos?

22. ¿Sé qué es lo que leen?

23. ¿Conozco qué cines y lugares de esparcimiento frecuentan?

24. ¿Vigilo a qué hora llegan de noche a casa?

25. He hecho algo para su diversión:

a) ¿con la familia?

b) ¿en casa?

26. ¿Les he hecho fácil el traerme sus problemas?

27. ¿Invito a otras familias con el fin de que mis hijos conozcan gente joven buena y católica?

28. ¿Me intereso en los trabajos del colegio de mis hijos?

29. ¿Los ayudo con sus deberes?

30. ¿Los aliento en sus esfuerzos y celebro cuando triunfan?

31. ¿Asisto a las funciones del colegio de mis hijos?

32. ¿Conozco a los maestros de mis hijos?

33. ¿Me preocupo de que mis hijos reciban con frecuencia los sacramentos?

34. ¿Les doy buen ejemplo frecuentando yo los sacramentos?

35. ¿Los estoy educando en una atmósfera de genuino catolicismo?

36. Pueden mis hijos ver en mi por lo menos una sombra de nuestra Señora por:

a) ¿mi actitud para con la vida?

b) ¿mi lenguaje?

c) ¿mis acciones?

d) ¿mi sumisión a la voluntad de Dios?

37. Con respecto a la obediencia ¿hago amenazas que luego no cumplo? o por lo contrario ¿las llevo a cabo con justicia y sabiduría?

38. Me oyen mis hijos alguna vez:

a) ¿usar mal lenguaje?

b) ¿contar cuentos discutibles?

c) ¿murmurar del prójimo?

39. ¿Soy inmodesta en presencia de mis hijos?

40. ¿Los he malcriado y consentido, haciendo así su vida de adultos más difícil?

41. ¿Trabajo fuera de casa? Si lo hago ¿es porque realmente necesito de ese trabajo?

¿no está mi trabajo privando a mis hijos de la protección y cuidados que necesitan?

42. ¿Cuál sería o ha sido mi reacción ante una vocación religiosa en mi familia?

43. Les enseño a mis hijos las virtudes y saberes necesarios para su futuro triunfo en la vida:

a) ¿valor del trabajo?

b) ¿valor del dinero?

c) ¿cocinar?

d) ¿cocer?

e) ¿hacer compras?

44. ¿Mortifico continuamente a mis hijos?


---


Para volver al índice, AQUÍ

Exámenes de conciencia para matrimonios (Esposos)

 Por Edwin C. Haungs, S. J.

(traducido del inglés) 

Para volver al índice, AQUÍ


I. Mi Hogar

1. ¿Tengo interés en mi hogar?

2. ¿Hago de mi hogar un lugar atractivo?

a) ¿Cortando el pasto?

b) ¿Limpiando el garaje?

c) ¿Limpiando el sótano?

d) ¿Cerrando las persianas?

e) ¿Poniendo las telas metálicas?

f) ¿Haciendo pequeños trabajos?

3. ¿Demuestro mi amor al hogar pasando algún tiempo en él?

4. ¿En qué he contribuido a la felicidad de mi familia?

5. ¿Cómo reacciono si se retrasa la comida?

6. ¿Cómo contribuyo al espíritu familiar en la mesa?

a) ¿Hosco silencio?

b) ¿Enojo?

c) ¿Impaciencia?

d) ¿Cargoseo continuamente?

e) ¿Alegría?

f) ¿Buena conversación?

8) ¿Interés en todo y por todo?

 

II.  Mi Trabajo

1. ¿Estoy realmente interesado en mi trabajo?

2. ¿He tratado de prosperar?

3. ¿Empiezo puntual con mi trabajo?

4. ¿Malgasto el tiempo en mi empleo?

5. ¿Salgo corriendo en cuando es hora de terminar?

6. ¿Me conduzco en mi empleo como un caballero católico?

a) ¿En mi lenguaje?

b) ¿En las anécdotas que relato?

c) ¿En mis acciones?

7. ¿Me doy cuenta de que entre mis compañeros de trabajo soy un anuncio viviente de la Iglesia Católica?

8. ¿He pensado que los no católicos me observan y que mi ejemplo puede acercarlos a la Iglesia o apartarlos de ella?

9. ¿Trato a la mujer con quien trabajo como quisiera que otros hombres trataran a mi hija?

 

III. Yo, físicamente

1. ¿Soy limpio y arreglado?

2. ¿Me afeito con regularidad?

3. ¿Me corto el pelo con frecuencia?

4. ¿Hago planchar mis trajes a menudo?

5. ¿Brillan siempre mis zapatos?

6. ¿Me doy cuenta de que a mi mujer le gusta que su marido esté tan bien vestido como sus medios le permitan?

7. ¿Me paseo por la casa con ropas que son una fuente de disgusto o de vergüenza para mi mujer?

8. ¿Tengo que ser poco menos que obligado a comprar un traje nuevo?

9. ¿Me siento a comer con mi ropa de trabajo?

 

IV. Yo, intelectualmente

1. ¿Estoy intelectualmente encaminado?

2. ¿He tratado de mejorar?

3. ¿Leo buenos libros?

4. ¿Leo buenas revistas?

5. ¿Cuánta lectura católica hago?

6. ¿Hablo gramaticalmente?

7. ¿Soy capaz de mantener una conversación amena e interesante?

 

V. Yo, espiritualmente

1. ¿Trabajo regularmente por mi religión?

2. ¿Tengo algún conocimiento sobre mi religión?

3. ¿Estoy orgulloso de ser católico?

4. Cuando se presenta la ocasión, ¿defiendo mi fe o agacho la cabeza?

5. ¿Con qué frecuencia me confieso y comulgo? ¿Estoy satisfecho con esto?

6. ¿Recibo la Sagrada Comunión alguna vez con mi familia?

7. ¿Deben siempre insistir para que comulgue con ellos o solo?

8. ¿Llego a tiempo a misa los domingos y días festivos?

9. ¿Permanezco en misa hasta el final?

10. ¿Procuro sentarme adelante o me quedo de pie lo más atrás posibie?

11. ¿Voy a misa durante la semana?

12. ¿Voy alguna vez a la iglesia?

a) ¿Por la tarde?

b) ¿Para una Hora Santa?

c) ¿Para una novena?

d) ¿Para una misión?

13. ¿Hago alguna vez un retiro espiritual?

14. ¿Qué hago durante la misa?

a) ¿Uso un Misal?

b) ¿Rezo el rosario?

c) ¿Miro el reloj?

d) ¿Sueño despierto?

15. ¿Rezo mis oraciones de la mañana y de la noche?

16. ¿Entro alguna vez a hacer una visita al Santísimo Sacramento?

17. ¿Rezo antes y después de cada comida?

18. ¿Me conforme con quedarme en pecado mortal semanas, meses?

19. Mis confesiones, ¿son rutinarias o hago un serio esfuerzo para mejorarme?

 

VI. ¿Qué clase de marido soy?

1. ¿Amo todavía a mi mujer?

2. ¿Pretendo que ella tome mi amor por sobreentendido año tras año, o todavía le demuestro mi amor como lo hacía en otro tiempo?

3. ¿Recuerdo el aniversario de nuestro casamiento, su cumpleaños?

4. ¿La sorprendo algunas veces con un pequeño regalo?

5. ¿Le digo alguna vez que se compre un sombrero o un vestido, o me debe rogar siempre por ropa nueva?

6. ¿Le digo alguna vez que la quiero?

7. ¿La beso todavía cuando salgo por la mañana y cuando llego por la noche?

8. ¿Le agradezco alguna vez todo lo que ha hecho y hace?

a) ¿Dándome hijos?

b) ¿Cuidando nuestros hijos?

c) ¿Administrando la casa y haciendo de ella un hogar?

d) ¿Haciendo las compras?

e) ¿Cocinando?

f) ¿Cosiendo?

g) ¿Lavando?

h) ¿Cuidando en las enfermedades?

9. Me fijo y comento

a) ¿Un vestido nuevo?

b) ¿Un sombrero nuevo?

c) ¿Un nuevo peinado?

10. ¿Alguna vez le digo que la encuentro atractiva?

11. ¿Le pondero alguna vez lo que cocina?

12. ¿Soy mezquino con ella en materia de dinero?

13. ¿Guardo en secreto asuntos que ella, como mi esposa, debería saber?

a) ¿Mi sueldo?

b) ¿Mi seguro?

14. ¿Le doy dinero suficiente para mantener la casa, vestir y educar a los niños, etc.?

15. ¿Ahorro algún dinero para el futuro?

16. ¿Me preocupo de que tenga alguna distracción fuera de casa?

17. ¿Le hablo en forma que demuestra amor y respeto?

18. ¿La pondero delante de otros o la disminuyo?

19. ¿Comento sus defectos con otras personas?

20. ¿Actúo como si fuera mi esclava, haciéndola traer esto y lo otro?

21. ¿Trato de ahorrarle trabajo colgando mi ropa, etc.?

22. ¿Tomo decisiones y luego le digo lo que debe hacer sin pedir su opinión?

23. ¿Me fastidio y enojo si prefiere una actividad distinta a la mía?

24. Realmente, ¿tengo consideración con ella?

25. ¿Soy egoísta, sólo pensando en mí?

26. ¿Soy egoísta e inconsiderado en la intimidad de mi vida conyugal, pensando sólo en mi satisfacción personal? ¿He tratado de entender el punto de vista de la mujer en esta materia?

27. ¿Obligo a mi mujer a hacer cosas, o no?

28. ¿Salgo con la mía, discutiendo, disturbando la paz del hogar, enojándome?

29. ¿Trato a sus parientes y amigos con bondad y cariño?

30. Cuando surge una diferencia, ¿la discuto con ella con calma y franqueza?

31. ¿La ayudo a llevar una vida católica, o soy un obstáculo para su fe?

32. Cuando surge un problema moral, ¿busco el consejo de un sacerdote competente, o lo consulto con mi compañero de oficina?

 

VII. ¿Qué clase de padre soy?

1. ¿Me doy cuenta de la nobleza de la paternidad como la ve Dios?

2. ¿Me percato de las serias obligaciones que encierra la paternidad?

3. ¿He aceptado gustoso y con alegría los sacrificios que vienen con la paternidad?

a) ¿El costo?

b) ¿La disminución de libertad personal?

4. ¿Me he resistido a la paternidad tomando, sin embargo, los placeres que conciernen a mi estado de vida?

5. ¿Me doy cuenta que el sustentar una familia no me exime de mis obligaciones de padre?

6. ¿He tratado realmente de hacer un triunfo de mis tareas de padre?

7. ¿He tratado de mejorar?

a) ¿Leyendo?

b) ¿Preguntando?

c) ¿Conversando con mi mujer?

8. ¿Discuto con mi mujer nuestros problemas y los de los chicos en privado y después que ellos se han retirado?

9. ¿Contradigo alguna vez las órdenes de mi mujer a los chicos, debilitando así su autoridad?

10. ¿Critico delante de ellos a sus profesores, sacerdotes, religiosas, etc.?

11. ¿Mando a mis hijos a un colegio católico?

12. ¿He tratado de ganar la confianza de mis hijos en sus primeros años?

13. ¿Llevo alguna vez a mis hijos:

a) a un partido de pelota?

b) teatros?

c) a un pic-nic?

14. ¿He tratado de obtener su punto de vista sobre la vida?

15. ¿Les ayudo a formular preguntas y se las contesto con franqueza?

16. ¿Fomento las conversaciones con mis hijos?

17. ¿He preparado a mis hijos para la edad de la pubertad?

18. ¿Me intereso en el futuro de mis hijos:

a) los colegios a que asistirán?

b) la carrera que elegirán?

19. ¿Cuál sería o ha sido mi reacción ante una vocación religiosa en mi familia?

20. ¿Qué he hecho para hacer de mi hogar un lugar de felicidad para mis hijos?

21. ¿Qué hago después de cenar?

a) ¿Leo el diario?

b) ¿Estimulo la conversación entre la familia?

22. ¿Estimulo a mis hijos para que traigan sus amigos a casa?

23. ¿Conozco los compañeros de mis hijos?

24. ¿Sé qué leen mis hijos?

25. ¿Conozco los cines y otros lugares de entretenimiento que frecuentan mis hijos?

26. ¿Sé a qué horas llegan a casa de noche?

27. ¿He hecho algo para alentar la diversión?

a) ¿En la casa?

b) ¿Con la familia?

28. ¿Fomento las visitas de otras familias con el fin de que mis hijos se relacionen con jóvenes católicos buenos?

29. ¿Me intereso en los trabajos del colegio de mis hijos?

30. ¿Firmo mecánicamente las libretas de clasificaciones?

31. ¿Los ayudo con los deberes?

32. ¿Los aliento en sus esfuerzos y pondero cuando tienen éxito?

33. ¿Atiendo a sus obligaciones escolares?

34. ¿Me fijo en que cumplan frecuentemente los sacramentos?

35. ¿Conozco sus maestros?

36. ¿Les doy buen ejemplo con respecto a la frecuencia de los sacramentos?

37 ¿Ven en mí un verdadero hombre católico?

38. ¿Están mis hijos orgullosos de su padre, o se avergüenzan de él?

39. ¿Les doy a entender que la Religión es sólo para las mujeres y niños?

40. ¿Llego tarde a misa?

41. ¿Me ven alguna vez embriagado?

42. ¿Me han oído alguna vez usar lenguaje impropio?

43. ¿Critico a la Iglesia en su presencia?

a) ¿Leyes de matrimonio?

b) ¿Control de nacimiento?

c) ¿Cuestiones de dinero?

44. ¿Soy siempre modesto?

a) ¿En su presencia?

b) ¿Cuando estoy solo?

c) ¿Cuando estoy con mi esposa?

45. ¿Han podido mis hijos aprender de mí la belleza del matrimonio cristiano y la nobleza de la paternidad?

46. ¿Comparto la responsabilidad de elevar mi familia, o dejo toda esta responsabilidad a mi mujer?

47. ¿Qué clase de literatura circula por la casa?



Para volver al índice, AQUÍ

Índice

A continuación dejamos el listado de exámenes de conciencia que se pueden encontrar en el blog. 


- Para matrimonios
    Prólogo
    Esposos
    Esposas



Exámenes de conciencia para matrimonios (Prólogo)

Por Edwin C. Haungs, S. J.

(traducido del inglés)

A continuación, sólo dejamos el prólogo del libro. Para acceder al examen de conciencia, en sí, dirigirse a los siguientes links:


Para volver al índice, AQUÍ

---

Prólogo

Hace algunos años, estaba yo parado a unas dos cuadras de nuestro College Church, en St. Louis, esperando un ómnibus.

De una cafetería salió en ese momento un hombrecito de tímido aspecto. De su mano izquierda colgaba un paquete que, sin duda alguna, contenía helados.

Me miró y luego miró para otro lado. Por fin cuando le sonreí se acercó y levantando el paquete de helados con un dedo no demasiado limpio, lo puso muy cerca de mi cara. Allí permaneció el paquete durante todo el diálogo, del cual esta parte es interesante.

“Conoce usted la Iglesia que está a dos cuadras de aquí?”

Le confesé que pertenecía a la comunidad que vivía en ella.

“Qué curas raros -murmuró-, qué curas raros”.

Como este es uno de los adjetivos más suaves que nos han aplicado en toda época a nosotros los Jesuitas, no me sorprendí demasiado.

Me di cuenta que esto era sólo la introducción a algo más importante para él.

Balanceó el paquete de helados delante de mi nariz.

“Adivine qué llevo aquí?” -me ordenó.

No era difícil contestar, pero viendo no deseaba mi respuesta, sacudí la cabeza como si estuviese intrigado.

“Helados -dijo-, un kilo de helados… de frutilla”. Sacudió nuevamente la cabeza y después de agregar “curas raros”, explicó.

“Esta tarde, cuando volvía de mi trabajo entré en esa Iglesia para confesarme. Conté mis pecados y cuando dije que algunas veces no era amable con mi mujer el Padre me interrumpió.

“Qué significa eso”, preguntó.

“¿Qué significa cuando un hombre dice que no es amable con su mujer? No sabía, y me imagino que titubeé.

“El Padre no dijo nada más, pero cuando terminé, ¿se imagina qué me dio de penitencia?”

No supe contestar esa pregunta y esta vez sacudí la cabeza, pues verdaderamente lo ignoraba.

“Curas raros; sí, condenados curas raros”. El Padre, volviéndose a mí, dijo: de penitencia entrarás en una confitería al irte a tu casa esta noche y le comprarás a tu mujer un kilo de helados. Trata que sean de frutilla; he oído que a las mujeres les gustan de esa clase”.

“Bueno, se imagina mi asombro. Entré entonces en esa confitería y compré los helados”.

Miró a su alrededor con un aire preocupado. Luego volvió a hablar, casi era un murmullo.

“Padre, tengo miedo de ir a casa. Cuando llegue con estos helados, ella creerá que he hecho algo y estoy tratando de reparar. Pero un hombre debe cumplir su penitencia, aunque signifique llevarle helados a su esposa”, y siguió calle abajo llevando patéticamente el pequeño paquete de helados.

Pensé en ese incidente cuando tuve en mis manos el “Examen de conciencia para matrimonios”, del P. Haungs. Lo leí con sumo interés. También lo hizo el P. Duwling, quien se interesa seriamente por la felicidad de un grupo de matrimonios que se reúnen en su oficina para discutir sus problemas. También se acordaron de aquel incidente los pocos casados para quienes repasé el librito. Permítanme decirles que tuvieron la gracia de sonrojarse al leerlo.

Hay dos secciones en un correcto examen de conciencia. En la primera se pregunta “qué mal he hecho” y la segunda “qué bien debería haber hecho”.

En la primera sección se refiere a lo que se relaciona con el pecado. La segunda sección trata de esa olvidada mitad de la vida cristiana, los deberes de estado.

Nosotros preguntamos cuáles son los pecados cometidos, pero nos olvidamos de averiguar las virtudes que deberíamos haber cultivado.

Pocos maridos van a sus casas a mandar a sus mujeres. Pocas mujeres -a pesar de los chistes- se ejercitan en tirar cacerolas a las cabezas de sus esposos. Pocos matrimonios católicos son desunidos en las grandes cosas. Muy pocos de ellos cometen crímenes en el seno de la familia.

Pero cualquier marido o mujer puede decir que no son los grandes males los que hacen la infidelidad dentro del matrimonio.

Pero sí los malos modos, la fría indiferencia, el descuido, la despreciable bajeza, las discusiones por dinero, desacuerdos sobre los hijos y su disciplina, riñas por pequeñas cosas, como un programa de radio o el uso de la pasta de dientes.

Pocos matrimonios fracasan porque el marido resulta un ladrón profesional, pero muchos casamientos se han hundido porque el esposo ha guardado sus buenos modales para la oficina y no los ha tenido luego con su mujer y sus hijos.

Pocas mujeres resultan sierpes incorregibles. Pero un marido busca en su esposa una combinación de acólito, de parte animadora, de amiga fiel y oyente bondadosa.

Por lo tanto, cualquier persona mejorará con sólo tomarse el trabajo de leer las preguntas que el P. Haungs formula para él y ella.

El P. Haungs está convencido que si cada esposo y esposa hicieran este examen de conciencia una vez por semana el descontento entre los matrimonios se reduciría hasta casi desaparecer.

El matrimonio es una carrera, una profesión difícil. Una persona casada necesita inteligencia y técnica para vivir feliz con ese ser extraño, encantador, muchas veces inconsecuente y difícil, a quien juró fidelidad eterna.

Por lo tanto, sabio es el cónyuge que se detiene a preguntarse cómo triunfa en su carrera del matrimonio y qué esfuerzo ha hecho para adaptarse a la persona en quien encuentra profunda alegría o, cosa triste, constante oportunidad de fricción.

Presentamos “Un examen de conciencia para matrimonios” con la esperanza de que hará mucho buen.

Estamos como a la expectativa por ver si aquellos que lo leen tratan de convertirse en mejores esposos. Tal vez lleguen a encerrar una copia del librito dentro de un sobre y lo manden a alguna pareja cuyo matrimonio se esté enfriando o acercándose al desastre.

Francamente, creo que este librito es una muy importante contribución hacia la felicidad del matrimonio.

Daniel A. Lord, S. J.



----


Para volver al índice, AQUÍ


Examen de conciencia para abogados

Para volver al índice,  AQUÍ El presente examen de conciencia, se realizó tomando por base al "Decálogo del abogado" , de San Alfo...